Suena el despertador y es temprano, como siempre. La niebla ha secuestrado la ciudad y la mantendrá oculta todo el día, eso dice la radio y yo aún le tengo fe. Mañana será 2020, según el calendario gregoriano, año bisiesto y por lo tanto olímpico.
No recuerdo quién ganó la Copa, qué equipo el torneo final de la NCAA. No soy capaz de imaginarme siguiendo aquellos partidos, aunque me suena que ambos fueron igualados. A ambos eventos hay que reconocerles su capacidad para llenar gradas y generar suspense. La gente sigue buscando buenas historias con las que aliñar su vida y la épica sigue siendo el género favorito. Cómo nos gusta la retórica de los vencedores y vencidos, la violencia implícita de los duelos a muerte, con trofeo para los campeones.
Google asegura que ganaron el Barça y Virginia. Los primeros tras años de dominio del Madrid, los segundos en su primera aparición en una final. Los primeros con un entrenador de más de setenta años en el banquillo investido de un crédito casi vitalicio, los segundos con una apuesta a diez años vista que necesitó un lustro para consolidar un proyecto que aún sigue creciendo: Pesic y Tony Bennett, tarareo sin querer Blue velvet.
No se me olvida el rostro de tranquilidad con el que afrontó Dmitris Itoudis el último tramo de la semifinal de Euroliga contra el Real Madrid. En plena reválida, con una pierna saliendo del despacho camino del servicio de empleo, la mente fría le ayudó a contrarrestar un parcial que se antojaba insuperable. Te preparas toda la vida para momentos así, nos confesaba poco después de su primera charla en el Pro Coach, incluso con psicólogos, afirmaba orgulloso, entre otras cosas por la humildad que sus palabras demuestran.
Me cuesta, en cambio, visualizar imágenes concretas del título liguero del Madrid. No me abandona, sin embargo, y me cuesta tomar este último trago de leche, la imagen de Kevin Durant recayendo en su lesión, en un retorno triunfal interrumpido por la desgracia, tal es el pathos del héroe. También me acuerdo del ligamento de Klay Thompson, cediendo ante las leyes de la naturaleza y del sentido común, contrario tantas veces al del espectáculo. Romeo debe morir. Show must go on! Y entono a pesar de todo el We, the North! El principio del principio. Pues en el principio era el verbo, no lo olviden. El relato. De eso hablamos en la inauguración del II Master de Dirección Deportiva con los alumnos de la segunda promoción.
Para historia la de Sport Coach Academy, el nombre tras el que se ocultan, como la ciudad tras la niebla, personas a quienes profeso una gran admiración; emprendedores que un día dijeron por qué no y, omitiendo las carcajadas, se pusieron manos a la obra hasta edificar el mayor proyecto de formación de entrenadores de la historia. Un proyecto online, adaptado a los tiempos (a la época, pero también a las agendas particulares) y ambicioso, al menos tanto como lo son todos los entrenadores que se pasan por sus cursos, omitiendo también ellos las carcajadas (de sus familiares y amigos).
A través de una pasión, de un motivo, vemos siempre la vida, decía Fernando González entre las páginas de El payaso interior, producto final de un conjunto de notas deslavazadas. En el caso de todos los que nos citamos en L´Alqueria esa pasión no podía ser otra que el baloncesto. Del 24 al 28 de julio, la fase presencial del Pro Coach congregó en Valencia a nuestros mejores representantes, a quienes como Itoudis, Kokoskov, Lamonica o Lionel Hollins o alguno de los mejores entrenadores españoles de hoy y de siempre, ya han logrado hacer de su pasión su oficio, y del oficio la razón de su existencia, el todo a partir del cual se entregan a los demás y, sin darse cuenta, se abandonan a sí mismos, lo que enlaza a la perfección con la última gran historia del año.
Porque aunque la justicia nos diga que fue el año de Marc y Scariolo, protagonistas de un doblete estratosférico, al más puro estilo Giro-Tour o Roland Garros-Wimbledon, la emoción me dicta, quizá por el hecho de compartir la herida y la analgesia que, sin curarla, impide que sea mortal, el nombre de Ricky Rubio, el MVP del mundial, la historia más inspiradora del año, un postrero impulso para quienes un día coqueteamos con dejarlo por imposible y que, por el contrario, aún vemos en esta historia, también en este lugar llamado Sport Coach, motivos sobrados para seguir intentándolo. La niebla ya no es tan densa.
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