And the Pulitzer goes to… (I)

Portada del documental Sobrevive y avanza

JJNieto87

Portada del documental Sobrevive y avanza

Dice José Ignacio Hernández, director técnico de la Federación, que, efectivamente, las ligas se ganan en junio, jugando con la confusión temporal al referirse al junio anterior a las finales, al momento de confección de la plantilla, estructuración del cuerpo técnico, fijación de visiones, misiones y planes estratégicos. Yo añadiría que también en agosto, el primer día de entrenamiento, en el crítico momento en el que el entrenador y líder del grupo humano se dirige por primera vez a su plantilla y comparte las líneas maestras del relato que justificará el viaje: El dinero o el deber, siendo importantes, nunca fueron suficientes.

Al igual que como individuos nos pasamos la vida definiéndonos, explicando nuestro pasado y sembrando de alicientes el futuro, los grupos de trabajo, en cuanto que ente orgánico con vida propia, reclaman también este tratamiento filosófico. Los equipos quieren saber quiénes son, de dónde vienen y adónde se dirigen para aceptar los sacrificios inherentes al trayecto; para que el corazón le gane la partida a la razón (y al estómago).

Pues bien, para incentivar la creatividad de nuestros entrenadores, en Sport Coach hemos querido rescatar algunos relatos que guiaron a equipos que culminaron con éxito el viaje. Solo una pequeña muestra que quiere servir como recordatorio para que ninguna temporada más empiece con un escueto “a trabajar”.

El arte de la comparación. Los Chicago Bears de 1985.

En el verano de 2007 los Boston Celtics confeccionaron una plantilla soñada. Danny Ainge se las ingenió para traer a Kevin Garnett y Ray Allen, quienes junto a Paul Pierce formarían el último gran Big Three de la franquicia del trébol. Pues bien, a Doc Rivers, preocupado por la construcción de una buena química entre tres jugadores habituados a ser las estrellas de sus equipos, decidió que lo haría hablando de defensa, una faceta del juego que exige del esfuerzo y la concentración de todos los miembros del equipo, también de los menos importantes en el ataque. ¿En qué pensáis si os hablo de los Chicago Bears de 1985?, les preguntó. En el mejor equipo defensivo de la historia, respondieron varios al unísono. Y los Celtics fueron uno de los mejores equipos de siempre en términos de eficiencia defensiva, ajustada al ritmo de posesiones. Y ganaron el decimoséptimo anillo, el primero en 22 años, el último en más de una década.

La meta alcanzable y retadora. “Solo un uno por ciento más”.

Pat Riley, junto al resto del personal de oficina de Los Angeles Lakers, se pasaron el verano de 1986 repasando los porqués de su derrota en seis partidos ante los Boston Celtics y decidieron que, simplemente, se quedaron un uno por ciento cortos en todas las facetas del juego. Ese uno por ciento, apenas perceptible en muchos estadísticos, guió el esfuerzo de todos y cada uno de los miembros de ese equipo, actuando como lema en cada sesión de pesas, tiro o preparación de partido. Solo un uno por ciento más, ¿quién no puede dar un uno por ciento más de sí mismo?

Nosotros, el norte, los Spurs o lo que usted prefiera.

Aunque We, the North, es el lema que encabeza una campaña publicitaria de notable éxito que consiguió, en primera instancia, la construcción de una visión identitaria en un equipo que hasta entonces navegaba a la deriva como un extraño en la NBA, pocas estrategias motivadoras son tan exitosas como las que definen a un equipo por su propia naturaleza, única y diferente de la del resto. Lleva años construir una cultura y un relato en torno a ella, pero el palmarés de San Antonio Spurs, Ferrari, los All Blacks o los New England Patriots alaban y bendicen esta labor de siembra.

La visualización del triunfo. La profecía autocumplida.

Reunidos en torno a una mesa, los componentes del equipo de North Carolina State de 1983 repasan las anécdotas de aquella temporada para el documental Sobrevive y avanza, una preciosa pieza documental que rinde homenaje a Jim Valvano, muerto en 1993 a causa de un cáncer. Entre todas ellas destacan la de ese día en el que Jim llegó muy serio al pabellón, suspendió el entrenamiento previsto y llenó de confeti la pista mientras hacía cortar a sus capitanes las redes de ambas canastas. Nada se consigue si antes no ha sido un sueño, argumentó. Afinen su imaginación.

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