Diario de un encierro. Día II.

JJNieto87

Es casi primavera. Las cotorras cantan a coro desde temprano y las flores empiezan a adornar los jardines del parque, precintado desde hace cuarenta y ocho horas. Incluyo la pizarra entre los objetos que me acompañarán en la cuarentena. La familia quiere que la pase con ellos, que los infecte, si es necesario, pero que acuda igualmente, por si es la última cuarentena que pasamos juntos.

Incluyo también a Wooden, Jackson, Riley, a sus libros, me refiero. Me gusta especialmente el de Coach K, Leading with the heart. Los releeré en estos días de recogimiento forzoso, en el que mis dos oficinas habituales, pabellones y cafeterías, se encuentran cerradas. Desde luego no parece una misión de titanes y, sin embargo, me invade una rara tristeza. Será que no puedo hacer lo que mejor sé hacer: mi trabajo.

Creo que este es el principal reto para los que entrenamos, vernos imposibilitados para ejercer la actividad que llena de sentido nuestras vidas. Ello, por supuesto, sin dejar de llamar a la responsabilidad, que es lo que siempre hacemos, siendo creativos, como a menudo intentamos. Sin rendirnos, por supuesto, como nos prohíbe el código no escrito de nuestra profesión. Sin claudicar ante el virus, el tedio o la melancolía. Esto es lo que se nos pide también ahora.

Así debemos afrontar esta misión que el devenir histórico impone, como a otros les fue dado batallar en guerras inútiles o involucrarse en revoluciones que no siempre entendían. Es tan estéril preguntarse ahora por las causas, buscar culpables o concebir ingeniosas teorías conspiranoicas como lo es el lunes tras una derrota. Es momento de concebir escenarios de futuro, a medio y largo plazo, para nosotros mismos y las organizaciones que nos acogen (o las que podamos fundar). Como afrontando una lesión, toca primero restablecer el daño, rehabilitarse física y moralmente y readaptarse a una realidad que ahora solo podemos imaginar. Y el que más y mejor imaginación tenga, mejor parado saldrá de esta.

Es tan estéril preguntarse ahora por las causas, buscar culpables o concebir ingeniosas teorías conspiranoicas como lo es el lunes tras una derrota.

En fin, os dejo, cojo carretera, regreso cual hijo pródigo a este festín de la abstinencia y la contención que se nos demanda. Os iré contando qué hago en este período de tiempo, ojalá que no nueve semanas y media (no me espera Kim Basinger, precisamente), con qué cursos online o lecturas me entretengo y qué materiales audiovisuales me han sorprendido. Seguiré escribiendo este diario en esta casa, Sport Coach Academy, que es también la vuestra.

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